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Oficiales de seguridad sin armas de fuego


Saludos lectores


Me han solicitado hablar sobre este tema que sin duda tiene muy preocupados a clientes y oficiales de seguridad sobre la entrada en vigencia de la directriz 2016-132 MSP. Anteriormente ya he hablado sobre esto y en mi último artículo hice referencia a aquellos elementos que deben mejorarse, desde entonces, se han realizado algunas modificaciones, por ejemplo, no solo custodios y portavalores serán los únicos autorizados para usar armas como se estableció al inicio, también podrán hacerlo supervisores y oficiales de respuesta armada o monitoreo de alarmas. Para ampliar también pueden leer mi entrada: Seguridad Privada: El peligroso camino hacia la regulación de armas de fuego.


Antes de entrar al tema principal, debemos alegrarnos de estas modificaciones que permiten abrir espacios para discutir lo que aún falta por mejorar, no solo sobre la directriz, sino por las nuevas reformas a la legislación laboral del país que espero sirvan para controlar más a estas empresas que se aprovechan de la necesidad del oficial y aceptan contratos con clientes que no cumplen con las condiciones mínimas para ejercer sus labores, o bien, que contratan empresas de seguridad al margen de la ley.


Sin embargo, aún falta más, sostengo que evaluar solo la idoneidad para tener armas en un puesto es insuficiente, porque cuando hablamos de seguridad, tenemos que enfocarnos en TODOS los riesgos, y no solo evaluar si un puesto ocupa armas de fuego o no sin considerar todos los demás elementos de seguridad que son necesarios para el correcto funcionamiento de una operación, por lo que certificar a personas que solo dominen temas sobre el uso de armas de fuego, y no posean otra experiencia frente a una operación de seguridad (ya sea como cliente o del lado de la empresa de seguridad), manejo y gestión de riesgo, capacitación de personal o preparación académica o técnica suficiente y acorde con el oficio de seguridad, es irresponsable.


Que las mismas empresas de seguridad sean en algunos casos quienes ofrezcan al evaluador para realizar el análisis de riesgo de sus clientes, sigue siendo uno de los puntos que deben modificarse para garantizar la transparencia e imparcialidad de esta figura, si el Estado quiere realmente regular y supervisar el servicio de seguridad privada, entonces debe considerar al evaluador como un auditor y que sea la persona que remita al Ministerio de Seguridad Pública toda la información pertinente para que esta dependencia pueda intervenir o tomar medidas cuando sea necesario, y al mismo tiempo, tanto empresas y clientes estarán sujetos a cumplir y facilitar al evaluador los datos necesarios para tal fin, constituyéndose esto como un control cruzado (Estado-Evaluador-Cliente-Empresa de Seguridad).

Ahora bien, dicho lo anterior, y mientras seguimos en esta lucha por mejorar la directriz, ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo enfrentar el panorama ahora que ya entró en vigencia?


Como parte de esta irresponsabilidad conocida que impera en seguridad privada, algunas empresas, sin importarles la seguridad de su personal, tomaron la decisión arbitraria de quitar las armas sin haber realizado la evaluación, para ahorrarse costos o algunas porque falsamente les hicieron creer que los estaban haciendo responsables ante cualquier incidente en caso de aprobarse el uso de armas, cuando lo cierto es que siempre ha existido una responsabilidad civil entre la empresa y el cliente por el uso de este servicio.


Al no ser un requisito obligatorio para todo puesto realizar la evaluación, y al final el cliente decide omitir dicho análisis si así lo desea aunque no cuente con criterios técnicos para ello, la herramienta se vuelve inútil e ineficiente, y sustenta la idea general que hay sobre el tema respecto a la falta de compromiso real por parte del MSP para regular la seguridad privada al seguir una ideología hoplofóbica y poniendo en riesgo al oficial porque al final, no se está atacando como deber ser la falta de preparación que reciben éstos en sus respectivas empresas ni las medidas de seguridad que se pasan por alto en diferentes puestos.


Por tanto, ¿Cuál es la modalidad de seguridad que deben seguir las empresas que optaron, ya sea bajo su decisión o porque la evaluación salió negativa, por retirar las armas de fuego? Para empezar debemos tener claro cuál es el perfil de un oficial de seguridad, por lo que los remito a un documento realizado por el actual ministro de seguridad, Gustavo Mata, y que resultará un poco contradictorio para el tema en cuestión: Perfil de Competencia Laboral Oficial de Seguridad Privada


Citaré algunas partes de este documento, pero recomiendo leerlo completo para una mejor compresión de lectura:

Propósito general del puesto Ofrecer el servicio preventivo de seguridad humana, por medio de la prevención del delito y/o protección de bienes, espacios tanto públicos como privados, personas y/o información. Con orientación de servicio al cliente, apegado a la legislación vigente y en cumplimiento de los protocolos establecidos en el lugar que se desempeñe.

Se ha comenzado a decir que el agente sin arma de fuego, no es un oficial de seguridad, sino de prevención, pero en esencia, la seguridad siempre ha sido preventiva, y la labor reactiva es solo una parte de sus labores debido a que es imposible repeler al 100% cualquier un incidente, pero definitivamente el perfil de un oficial con arma de fuego es otro a aquel que no la porta. En el documento elaborado por la misma persona que impulsó la directriz, dice lo siguiente sobre las funciones de un oficial de seguridad:


  1. Actuar en respuesta y comunicar ante eventos que afecten la seguridad humana y/o de espacios bajo su responsabilidad.

  2. Determinar peligros y actuar de forma anticipada para prevenir delitos y salvaguardar la integridad física de las personas que se encuentran en el lugar que está bajo su responsabilidad.

Quiero resaltar la parte que dice “actuar en respuesta” ¿Cuál es la respuesta de un oficial sin arma de fuego ante un agresor, que no contento con asaltar un local comercial, y sin importar que todos estén acatando sus peticiones, decida abrir fuego contra las personas? o ¿Cómo puede salvaguardar la integridad física de las personas que se encuentren en el lugar bajo su responsabilidad ante esta misma situación?


Cabe señalar acá que, con o sin arma de fuego, siempre se pueden ejercer labores de seguridad privada y mucho antes de esta disposición, ya existían puestos trabajando bajo esta modalidad (ejemplo, oficiales en eventos masivos), pero para definir esto, se requiere de un verdadero estudio de seguridad en cada puesto, y quizás algunos estén pensando que para esto es la directriz, pero como ya hemos visto, al final esto no está garantizando nada, porque solo se enfocan en las armas de fuego como único elemento de riesgo, y en todo caso, algunas empresas pueden omitir dicho análisis y dejar sin armas sitios que a lo mejor si apliquen dentro de los que deben contar con oficiales armados.


A grandes rasgos, considero que aquellos puestos que no cuenten con otros dispositivos o sistemas de seguridad complementarios al recurso físico, no deberían bajo ningún motivo trabajar con oficiales sin armas de fuego, porque el oficial está expuesto directamente ante el delincuente y no cuenta con elementos disuasorios que retrasen la acción del sujeto, lo que le impide al oficial, por más atento que esté, actuar de forma anticipada, tal cual expone el señor Mata en el documento que les he compartido arriba. Y aún así, aunque se cuenten con otros sistemas de seguridad, el oficial no puede quedar del todo desarmado, debe implementarse el uso de armas menos letales y la preparación continua de cada agente de seguridad en su uso y otras herramientas de seguridad que le permitan estar preparado ante cualquier escenario que se le presente.


Ahora, si ya la empresa decidió quitar las armas aunque no existan otros elementos para proteger alrededor de su perímetro, entonces también aconsejo eliminar el servicio de seguridad y contratar en su lugar personal en gestión de riesgo que simplemente brinde servicio como agentes de protección de pérdidas y cuya función NUNCA sea, la de actuar ante una acción criminal y mucho menos mantenerse resguardando el perímetro.


En estos casos, las políticas internas consisten en dejar que el delincuente haga lo suyo y se vaya debido a que los activos están asegurados, todos los empleados deben ser previamente preparados por estas personas para cumplir el protocolo, pero no debe ser una persona uniformada y que realice labores como oficial de seguridad sin reunir las condiciones mínimas para ello, porque el criminal considerará a cualquiera como oficial y no se va a detener a preguntarle si está armado o si está preparado para defenderse en caso de continuar con su objetivo.

O bien, otra alternativa es reestructurar el personal, los puestos donde no se protegen vidas humanas, por ejemplo, son perfectos para implementar otras modalidades de seguridad, como oficiales en un puesto de monitoreo lejos de la zona de riesgo, o bien, utilizar un servicio alterno de respuesta motorizada.


Seguramente algún empresario estará pensando que lo anterior es un riesgo para su patrimonio, y por supuesto que es así, pero quitar las armas sin la respectiva evaluación, o no asegurarse de la preparación de los oficiales e implementar otras medidas alternas para el resguardo de su seguridad, es dos veces más peligroso, porque no solo tendrá que enfrentar las pérdidas materiales, sino que le tocará responder por las lesiones o muerte de sus oficiales, empleados y clientes. Por eso no se exponga a tal nivel, porque usted como dueño, también está en la lista de posibles víctimas, no solo dentro de su mismo negocio, sino en cualquier lugar donde se encuentre y que tenga el mismo pensamiento suyo con respecto al servicio de seguridad.


Me gustaría poder dar otra respuesta a aquellos oficiales que me leen, pero de momento es poco lo que puedo decirles porque lamentablemente están sujetos a que la mentalidad de las empresas donde están cambie o que el MSP se abra más al diálogo, desde un inicio vi absurdo que ciertos sectores, lejos de promover un intercambio de criterios para alcanzar mejoras, se centraran en obstaculizar y frenar la directriz que a la larga llenó el camino de incertidumbre a todas las partes involucradas, y al día de hoy, todo ese tiempo perdido se pudo invertir para poner en norma o asesorar a todos esos puestos que hoy quizás están sin armas de fuego y ante un riesgo inminente, por tanto, debemos apelar al uso del sentido común y medir las decisiones que se vayan a tomar en cada puesto.


Si bien siempre se deben respetar los procedimientos del puesto, cuando se encuentre en una situación de riesgo, pregúntese ¿Qué herramientas tiene a su alcance para actuar o repeler el ataque? Si no tiene ninguna, evite jugar de héroe, si lo van a despedir del puesto es mejor eso a que lo despidan en un funeral, y si le han dado alguna herramienta para defensa y considera que no lo han capacitado apropiadamente, trate de hacerlo por su cuenta, quizás esto pueda ser complejo porque entiendo que por temas de tiempo y dinero, algunos no tienen esta facilidad, pero evite quedarse solo con lo que le dan, haga un esfuerzo porque ya no solo está en juego su trabajo, sino su vida y de quienes lo rodean.


Por supuesto, no olvide mantenerse alerta de su entorno, la mayoría de incidentes pueden prevenirse o permiten reaccionar a tiempo con solo estar atento a lo que sucede alrededor al cuidar las esferas de seguridad, porque incluso usando arma de fuego se sabe que a cierta distancia su uso se limita y que un oficial que deja que la amenaza se acerque a él sin tomar las precauciones previas del caso, es también responsable por su falta de cuidado.


Es posible que muchos discrepen en esto, es frecuente encontrar oficiales que no están dispuestos a aceptar que siempre existe una cuota de responsabilidad cuando algo ha salido mal, oficiales distraídos, revisando sus celulares, confiados, que se rehúsan a usar sus equipos de protección o que omiten los procedimientos rutinarios por considerarlos “exagerados o innecesarios”, abundan en muchos puestos, y con esto no se generaliza, pero debemos ser realistas y admitir que estas prácticas son frecuentes, más allá de lo que quisiéramos y engañarnos diciendo que es la minoría, no ayuda en nada a mejorar lo que está mal.


Para concluir, aún falta mucho por avanzar en el tema, mi consejo es que tampoco se dejen llevar por el sensacionalismo que impera en redes sociales, en un par de días no se puede medir el impacto de esta nueva disposición, y no se vale utilizar casos aislados cuyas consecuencias no se derivan de esta directriz para infundir miedo, pues esto no se trata de una competencia por ver cuántos oficiales caen en servicio y alimentar el ego de los que parecen disfrutar y estar esperando con ansias que sucedan más incidentes para lanzar críticas en lugar de estar trabajando para que no sea usted una víctima más, jugando con su psicología para asustar a los oficiales al creer que ya los van a llegar a matar, aumentando sus niveles de tensión y ahí sí, elevar el riesgo en cada puesto con oficiales inestables y dudosos, por lo que dejo a disposición mis diferentes redes para que me contacten por privado y me comenten cómo se sienten, qué les han dicho en sus puestos para manejar la situación actual o las herramientas que les han dado para sustituir las armas, así como dudas o inquietudes que puedan tener y ver cómo poderles contribuir un poco para evitar caer en histeria colectiva y tomar acciones que puedan perjudicarnos a todos.

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