Saludos lectores
Aunque el decreto que regula el uso de armas de fuego en el servicio de seguridad privada se aprobó desde septiembre del año pasado, fue hasta este 1 de abril que comenzó a correr el plazo de 3 meses para que los interesados presenten la evaluación respectiva para la aprobación del uso de armas.
Y como era de esperar, la noticia ha causado nuevamente molestia en muchos sectores, principalmente en oficiales de seguridad y portadores legales en general, quienes ven esta medida como un “desarme” que va a incrementar la criminalidad y poner en riesgo la vida de los oficiales y civiles. Por eso deseo en esta nueva entrada, exponer un poco mi posición al respecto, así como los pro y contras que detecto de esta esta medida que permita aclarar algunas dudas e inquietudes que he percibido en los últimos días.
¿Es necesaria esta regulación?
Existen diferentes posiciones sobre el tema, las cuales respeto, no obstante, considero necesario regular el uso de armas en los diferentes puestos. Más allá de la estadística presentada por el Ministerio de Seguridad Pública (MSP) sobre el robo de armas en manos de oficiales y hasta dentro de las mismas empresas de seguridad (argumento que justificó fuertemente el decreto), la necesidad de esta regulación también es importante porque durante mucho tiempo, no se dio la importancia debida a la seguridad privada en el país, al creer que en seguridad basta solo con poner un oficial armado a cuidar un puesto.
Son muy pocas las empresas que han hecho evaluaciones y establecido procedimientos de seguridad para mitigar riesgos, en su mayoría, los puestos actuales no cuentan con una debida evaluación que determine los riesgos que puedan surgir ante cualquier evento, y aunque esto debería ser una responsabilidad compartida entre la empresa de seguridad y quien contrata el servicio, lo cierto es que no se ha dado así, lo que ha generado una serie de irregularidades que a la fecha, se han vuelto incontenibles.
Una explicación a esto, es que durante mucho tiempo el manejo de estos temas estuvo en manos de personas que no contaban con la formación adecuada y necesaria para tratar temas de seguridad. Y basta con hacer una breve inspección en algunos puestos para darse cuenta de esto.
Hace unos días me encontraba realizando algunas labores diarias cuando vi un puesto de seguridad cercano y decidí acercarme a hablar con el oficial, él me preguntó mi opinión sobre este decreto, al tiempo que comenzó a descargar su pistola de salvas para mostrarme las municiones que le proporcionó su empresa a raíz de esta directriz, y en ese momento agradecí enormemente que no fuera un arma de fuego, porque la mala manipulación que realizó, era tan peligrosa, que mi integridad se vio en peligro por unos segundos. De igual forma, me brindó una mucha información sobre el puesto, sus procesos y demás, dejando claro que esto posiblemente lo comenta con cualquier persona que le consulte.
Seguramente estarán pensando que, en este caso, el problema se soluciona con mejorar la capacitación de los oficiales, pero a estas alturas, con tanta proliferación de empresas de seguridad, se ha reclutado gran cantidad de efectivos que están distribuidos en todo el país y sobre los cuales es materialmente imposible tener bajo control y vigilancia… al menos en este momento.
Ventajas
Ahora bien, comencemos a analizar las ventajas del decreto en sí, en un inicio, la iniciativa está muy bien, ha obligado a muchas empresas a buscar opciones o alternativas para contrarrestar en caso de que no se apruebe el uso de armas en algunos de sus puestos, obligando a los empresarios a invertir en otros sistemas de seguridad. Se encendió la alerta en este sector y ahora parece que sí están tomando en serio el tema y consultando a expertos por asesoría. Así mismo, permite que personas capacitadas realicen las evaluaciones, mismas que actualmente no estaban reguladas, y en algunos casos, ni existían.
Hace unas semanas, leí que en un parque de China se implementó un nuevo mecanismo tecnológico para evitar que los visitantes robaran los rollos de papel higiénico, después de muchos intentos por frenar estos robos, consiguieron poner en marcha un sistema que consiste en un reconocimiento facial y que solo dispensa la cantidad necesaria de papel para el usuario.
Y aunque estamos a una distancia abismal de China en temas de tecnología y seguridad, lo cierto es que esto es una muestra de que la tecnología se ha convertido en una herramienta indispensable para la seguridad y es el futuro cercano en este sector; existen actualmente muchos mecanismos disuasivos que son subestimados con la falsa idea de que es mejor tener a un oficial armado.
Desventajas
Por otro lado, el problema del decreto es que se polarizó, de modo que se formaron dos tendencias entre quienes estaban a favor o en contra, y esto complicó mucho el proceso, se perdió tiempo intentando frenar la iniciativa en lugar de mejorarla, faltó un poco más de debate crítico, consultando a expertos y proponiendo ideas de diferentes sectores relacionados con el uso de armas de fuego, seguridad, criminología, y empresas de seguridad, en lugar de convertirlo en una herramienta política que enfrentó a quienes defienden las armas, y los que, por el contrario, satanizan su uso.
Además, el plazo que se estableció como límite para presentar las evaluaciones y comenzar a regir su regulación, no es suficiente para preparar todos los puestos que eventualmente vayan a quedar desautorizados, esto porque se requiere de una re-estructuración, no solo de procesos sino de infraestructura, capacitación y adquisición de otros equipos de seguridad, por lo que al término de este tiempo, muchos puestos van a carecer de la preparación adecuada para funcionar sin armas letales, lo que va a incrementar el riesgo y poner en peligro la vida de oficiales y civiles.
¿Qué se debe hacer?
Ante el panorama incierto al que se van a enfrentar muchas empresas dentro de algunos meses, cuando comiencen a conocerse los resultados de las evaluaciones, es muy importante que se tomen medidas prontas, indiferentemente de si se aprueba o no el estudio.
Para empezar, hay que romper el mito de que es estrictamente necesaria la figura del oficial armado en el lugar que se desea cuidar, esto porque muchas veces se asignan oficiales a sitios que durante la noche, por poner un ejemplo, quedan solos. Los puestos donde no se protegen vidas humanas, son perfectos para implementar otros sistemas de seguridad que, aunque en un principio requieran una inversión adicional y alta, posteriormente traerán muchos beneficios al negocio y reducirá costos.
En estos casos, se puede optar por sistemas de cámaras y alarmas que sean monitoreadas desde otro sector y que permita dar respuesta ante un evento sin poner en riesgo la vida del oficial. No está de más recomendar la adquisición de seguros para proteger los bienes.
Cuando el bien a proteger son vidas humanas, es importante reforzar aún más estos mecanismos, con muros de contención, portones eléctricos y controlados por intercomunicadores, sistemas de cámaras, cercado eléctrico, botones de pánico, centros de control aéreos y que faciliten una mejor visibilidad; todo esto va a retrasar cualquier posible amenaza, tiempo que es vital para reaccionar. Por supuesto, en estos puestos va a ser necesaria la presencia de un oficial.
En caso que no se apruebe el uso de armas de fuego, la capacitación en otras armas menos letales es indispensable, y las empresas de seguridad deben ser responsables con el tipo de equipo que van a proporcionar; retomando el ejemplo del oficial que mencioné anteriormente, portar un arma que en apariencia parece ser real, da una falsa idea al delincuente y podría aumentar más el riesgo.
Para finalizar, únicamente me queda por aclarar que no serán todos los puestos que queden desarmados, si bien pareciera que el método de evaluación está inclinado hacia este lado, lo cierto es que no pueden obviar que hay puestos donde es irresponsable quitar las armas, por lo que no está demás asesorarse adecuadamente y conversar con la empresa y el evaluador sobre el proceso y brindar todos los detalles posibles que puedan catalogarse como riesgos para respaldar la solicitud de usar armas.
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