Saludos lectores
¿Es Costa Rica hoy un país más violento? En muchas ocasiones, la percepción de inseguridad del ciudadano suele ser errada en comparación con los datos o números reales, pero lo cierto es que en esta ocasión, no se trata de simple percepción: La criminalidad ha aumentado en nuestro país, aunque no basta con decirlo, ni tampoco con mostrar números ni casos impactantes para alarmar a la población, también es importante analizar este fenómeno y comprender por qué va en aumento y qué hacer para detenerlo.
Pero para referirnos al estado actual de la criminalidad en el país se requiere abordar diferentes perspectivas ¿génesis? ¿control social? ¿represión? ¿política criminal? ¿prevención? ¿víctimas? Sería muy complejo en un solo artículo hablar sobre estos y otros elementos importantes que giran alrededor de la delincuencia, por lo que en esta ocasión dividiré el tema en varias partes, e iniciaré mostrando un poco el panorama que estamos atravesando en este momento que permita entrarle a la problemática con cabeza fría y de forma objetiva.
Comencemos hablando de números, para el 2012 hubo un promedio de 8,7 homicidios por cada 100 mil habitantes, para un total de 407 decesos, pero para el 2016 esa cifra aumentó a 578 muertes y la tasa se ubicó en 11.8, lo que en promedio implica un incremento del 29% en el lapso de 5 años, y se tiene previsto que al finalizar el 2017, esta tasa aumente a 12 homicidios, convirtiéndose así en la más alta de la historia.
¿Pero qué tiene de particular este año en comparación con los anteriores? El aumento de homicidios múltiples como los ocurridos en Liberia o en la Cruz de Guanacaste, y recientemente el homicidio triple de una modelo, su hermano y novio, aumentan significativamente la cantidad de muertes en un solo hecho, y otros casos como el presunto homicida serial en Parrita, convierten este 2017 en un año atípico. Debemos hacer énfasis acá en los casos por ajustes de cuenta, que en su mayoría se dan por conflictos relacionados con el narcotráfico, estos números se han disparado significativamente en los últimos 5 años, que pasó de 31 casos en el 2012, a contabilizar 266 durante el 2016, es decir, casi la mitad de los homicidios cometidos fueron por esta razón.
La autoridades indican que la razón de este incremento ha sido por lo que llaman una “explosión criminal”, esto es, la guerra entre bandas criminales en busca de asumir el liderazgo de la organización una vez que sus cabecillas han sido detenidos.
La otra circunstancia que incide en el aumento de asesinatos es el fenómeno llamado explosión criminal, generado por los conflictos que se dieron en el sur de la capital y el cantón central de Limón, entre el 2014 y 2015, por bandas dedicadas al narcomenudeo (…) Esa guerra entre bandas desató el incremento de muertes por ajustes de cuentas en los últimos tres años y, pese a que sus líderes han sido detenidos por las autoridades, surgen nuevos cabecillas que mantienen el negocio del narcomenudeo. (Costa Rica camina hacia tasa más elevada de asesinatos, La Nación).
Cabe señalar que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), una tasa por encima de los 10 homicidios es considerada una epidemia, por lo que es de vital importancia atender con prioridad esta problemática, no obstante, esta cifra aún es manejable si tomamos en cuenta que entre el 2008 y 2011, el índice de homicidios se mantuvo rondando el 10.3 y 11.7, y luego durante el 2012 y 2013 bajó considerablemente a 8.7 antes de comenzar a subir nuevamente. Lo anterior amplía el panorama y nos lleva hacia uno de los factores que más ha elevado los índices de criminalidad en el país: El crimen organizado. Si bien es un problema que lleva años existiendo en nuestra sociedad, es evidente que hoy más que nunca está afectando la tranquilidad de un país que se ha caracterizado por ser un lugar de paz. Actualmente las autoridades tienen conocimiento que en Costa Rica se ubican, al menos, miembros de las siguientes organizaciones criminales:
Maras Salvatrucha MS 13 – Barrio 18
Cartel de Sinaloa – ZETAS – Juarez – Caballeros Templarios
Cartel Usurriaga – Golfo – Medellín
Cartel del Atlántico
Mafia China y Rusa
A este ritmo, se estima que para el 2026, la cifra de muertes llegue a 854, para un promedio de 15 homicidios por cada 100.000 habitantes, muy cerca de la tasa actual de México que se encuentra en 16,2. Algunos profesionales que han vivido de cerca este fenómeno, como los expositores que visitaron nuestro pais desde Guatemala y México durante el Seminario “Criminología, perspectivas de cara al siglo XXI”, son enfáticos en mencionar que Costa Rica es un país privilegiado, que su estabilidad social, política y económica, así como algunas políticas encaminadas a la protección de derechos fundamentales de sus ciudadanos, le dan al país herramientas importantes para atacar el fenómeno y no cometer los errores que han ocurrido en estos países, y también coinciden en que este trabajo ha servido para contener, de momento, a la delincuencia.
Mientras que en países como Honduras apenas en el 2015 se comenzaba a hablar sobre temas de seguridad comunitaria como una solución a la violencia (ver artículo de opinión: Prevención y Seguridad Comunitaria) nuestro país lleva años trabajando en el tema, incluso, actualmente el Ministerio de Seguridad Publica implementa un sistema tecnológico para el análisis integral de la seguridad comunitaria (AISEC) utilizado por la policía colombiana que permite hacer un análisis criminal de las comunidades para identificar los problemas que les afectan y poder así crear programas preventivos en las comunidades, de momento los cantones de Desamparados, Curridabat, Montes de Oca, Moravia, Santa Ana, Mora, Escazú, Tibás, San José, La Unión, Alajuela y Belén son los que están trabajando en este nuevo modelo.
Entonces se preguntarán ¿por qué, pese a esta gran ventaja que tenemos, no ha sido suficiente para contener y prevenir la delincuencia? La respuesta quizás esté en que las políticas de estado que servían hace 20 años atrás, no son funcionales hoy en día porque como sabemos, el fenómeno criminal es cambiante y poco se pensó en su momento sobre las repercusiones que podría traernos a futuro la delincuencia organizada de países cercanos y de la que siempre vimos lejos de tener, y que en su mayoría respondían a ideas populistas -en ocasiones políticas- que exigían al Ministerio de Seguridad y de Justicia solucionar, pero sin brindarle las herramientas para hacerlo y olvidándose que este trabajo debe realizarse conjuntamente con otras dependencias relacionadas con el campo de la educación, salud, farmacodependencia, protección de la niñez y gobiernos locales, por mencionar ejemplos.
Esto sucede cuando no se tiene una noción clara sobre lo que implica generar seguridad, y ahora que estas dos instituciones han colapsado, cuando nuestros centros penitenciarios ya no tienen espacios para albergar tanto delincuente, que la policía es atacada sin ningún respeto por parte de estos criminales y nuestras fronteras están expuestas al ingreso sin control de organizaciones criminales, es que esperan aplicar medidas radicales con la falsa creencia que éstas resolverían la problemática, nuevamente respondiendo a las mismas ideas populistas de hace años. Un ejemplo de esto, es la intención de permitir que a los sospechosos se les descubra el rostro frente a cámaras como si esta acción pudiera disminuir o atacar realmente a la delincuencia, una postura que parece más un parche que pretende tapar un hueco pero que a la larga estaría generando más problemas, como quedó en evidencia en el asalto a una sucursal del Banco Nacional en Hatillo.
Otro problema que ha impactado en el aumento de la delincuencia, puede deberse a una resistencia al cambio, al no querer aceptar que dejamos de ser el país de paz de hace 10 años y comprando la idea que un país pacifista como el nuestro iba a ser inmune a bandas organizadas acostumbradas a vivir en ambientes altamente violentos y para quienes nuestro sistema es demasiado “light”. La pasividad del ciudadano ante esta problemática ha sido también uno de los mayores obstáculos para combatir la delincuencia, quienes han delegado completamente esta responsabilidad en el Estado e ignoran (convenientemente) su parte en el problema, pero que a la hora de actuar, son los primeros en oponerse, y por supuesto, no puede faltar acá la cuota de responsabilidad por parte de los medios de comunicación, que fomentan la difusión de noticias tendenciosas con la intención de generar confusión y enojo entre sus lectores.
Sin embargo, y contrario al pensar de muchos, la solución no parece estar solo en endurecer las penas, fomentar el uso de armas de fuego ni sacar a todos los extranjeros del país, estas son medidas paliativas, necesarias en este momento donde la delincuencia está tratando de salirse de las manos del control social y los ciudadanos tenemos la necesidad de protegernos ante la incapacidad del Estado de brindarnos seguridad, pero que por sí solas no van a generar un cambio si no se manejan con la seriedad que requiere el caso. En las próximas partes de este tema estaré abordando algunas posturas de control social que han generado polémica entre los diferentes sectores con el fin de buscar un equilibrio que evite caer en extremos y lograr sacar lo mejor de cada una.
Los invito a que dejen sus comentarios sobre estos puntos o cualquier otro que consideren importantes para ser tratados en la próxima parte de este artículo.
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