Saludos lectores
El día de hoy vamos a hablar sobre el ciclo de la violencia pero antes, si no está muy informado del tema, le recomiendo leer mi artículo anterior sobre Violencia intrafamiliar.
Como preámbulo utilizaré el caso de Natalia Strelchenko o Natalia Strelle, una reconocida y prodigiosa concertista internacional de piano nacida en Rusia pero de nacionalidad noruega. El 30 de agosto del 2015, esta talentosa mujer de 38 años, fue encontrada sin vida en su casa de habitación en Manchester, con mortales heridas en su cabeza y cuello causadas por su pareja sentimental, y también músico, John Martin. El jurado halló culpable de asesinato a Martín el pasado 18 de marzo, quien en el 2013 había estado internado 60 días en Noruega por atacar en dos ocasiones a Strelle.
Foto extraída del sitio web theguardian
En la sentencia se determinó que el móvil del crimen fue por celos profesionales, ya que, a diferencia de Natalia, la carrera de John no era igual de prometedora, lo que provocó que entrara en estado de depresión y comenzara a controlar y celar a su compañera. La noche del asesinato, en su segundo aniversario de bodas, el agresor mezcló bebidas alcohólicas con medicamentos y al llegar a su casa, agredió brutalmente a su esposa, provocándole la muerte en el lugar. Pueden leer un poco más de la sentencia e historia acá: Pianist Natalia Strelchenko’s husband guilty of her murder y Natalia Strelchenko: from child prodigy to murdered wife.
Utilizo este caso ya que su historia sirve para ilustrar el ciclo de violencia que sufren las víctimas de agresión, ya que Natalia, había manifestado a sus amigos su interés en abandonar a su pareja. El ciclo consta de tres fases: Fase de acumulación de tensión, Fase de explosión o agresión y Fase de calma, reconciliación o luna de miel.
Fase de acumulación de tensión: En esta etapa, la tensión entre la pareja va en aumento, el agresor cada vez está más enojado con su pareja, por lo que es común que comience la agresión verbal, sin embargo, en este momento la víctima lo toma como un hecho aislado, o puede interpretarse también como una simple discusión de pareja. En este punto es muy importante evaluar la gravedad de la situación o el motivo por el cual se generó la agresión verbal, valorar si existe otra forma de abordar el problema y dialogar con la pareja con el fin de liberar la tensión entre ambos. Nunca debemos subestimar o restarle importancia a la razón por la cual el agresor actuó de esta manera, recordemos que cada individuo tiene sentimientos y que ridiculizar o ignorar cómo se siente puede ser un detonante para provocar su enfado.
Fase de explosión o agresión: Si no se logra controlar la tensión entre ambos, llega la etapa donde el agresor explota y comete la agresión ya sea física, psicológica, sexual y/o patrimonial. En este caso, la agresión va a depender siempre del motivo que tenga el agresor y su personalidad, por ejemplo, en los casos donde la víctima desea terminar la relación, la más frecuente es la agresión psicológica, donde la pareja amenaza con los hijos, ya sea con agredirlos o no permitirle verlos nuevamente, cobrarle una pensión, romper sus cosas o lastimar mascotas, en casos más extremos, puede llegar a convertirse en homicidio.
También está la pareja que manifiesta hacerse daño a sí misma con el fin de causar que la víctima no se vaya de su lado, en el caso de la mujer, que es más frecuente, pueden llegar a manipular sexualmente a su pareja, aprovechando momentos de vulnerabilidad de su compañero y hasta planear embarazos para retenerlos. Los celos pueden provocar la irritación del agresor, llegando como en el caso de Strelle, a agresiones físicas.
Fase de calma, reconciliación o luna de miel: Finalmente llega la etapa donde el agresor pide disculpas a su pareja, en este momento, es probable que después de todas las agresiones ocasionadas, la víctima no desee irse y abandonar la relación por miedo, vergüenza o porque simplemente tiene sentimientos muy fuertes hacia su compañero (a), sobre todo cuando ocurre por primera vez, ya que es normal que la persona al recibir las disculpas, y escuchar las promesas donde asegura que no ocurrirá de nuevo, desee darle una oportunidad de cambiar.
Para finalizar el tema, el caso de Natalia, al igual que el del estadounidense Dirrk Beauchamp, deja en evidencia que la violencia intrafamiliar es un problema que penetra en todas las clases sociales y géneros, y que como sociedad debemos madurar en estos temas para evitar que vuelvan a ocurrir. Es necesario un cambio de cultura, en donde la comunidad denuncie y actúe, así como es necesario unir esfuerzos en nuestras instituciones para combatir la violencia que se vive a diario en el seno de nuestras familias.
Lo primero que debemos hacer individualmente, es erradicar la guerra de géneros que se evidencia en redes sociales cada vez que sale a la luz pública casos de agresiones o acoso sexual, en donde a veces se llega a justificar o minimizar el delito solo por el hecho de que si la víctima fuera de otro género, el impacto o la atención mediática serían diferentes. Todo delito de violencia, indistintamente del género de la víctima que lo sufra, NUNCA debe ser ignorado, y en esto la sociedad juega un papel importante, en lugar de iniciar discusiones sin sentido, en lugar de sacar nuestro celular para grabar las agresiones que se viven en nuestras calles, lo que se necesita son personas que levanten la voz y no callen ante las injusticias que pasan a su alrededor.
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