Hay violencia que no duele físicamente, como la psicológica, y existen otros tipos de violencia que aunque no son ni física ni psicológica, terminan causando un impacto en las emociones de las personas y en su sensación de seguridad.
Primeramente se debe identificar qué son el voyeurismo y el exhibicionismo, ambos son comportamientos psicológicos denominados parafilias, las cuales según Sánchez, López y Domínguez-Muñoz (2018) “pueden definirse como la excitación sexual que se produce mediante el uso de determinados objetos, situaciones o el no consentimiento de otras personas”; por su parte Farré y Lasheras (año) indican que “podríamos considerar parafilias a aquellos sujetos cuya activación sexual es ante objetos, sujetos o situaciones que no forman parte de las pautas normativas habituales de excitación sexual. Los parafílicos están sujetos a fantasías o realidades sexuales realmente insólitos, extraños y relativamente poco comunes que se convertirán en el foco principal y, a veces, exclusivo de su comportamiento erótico”
Dentro de los manuales de psicológia para diagnósticar este tipo de comportamiento se debe fundamentar este comportamiento en tres criterios, pues hay personas que talvez hacen una de estas acciones muy esporádicamente en toda su vida, o no llegan a experimentar lo que que un parafílico sí, por eso , se deben considerar los siguientes tres criterios:
1. Impulsos sexuales y fantasías de carácter recurrente e intenso.
2. Actúa de acuerdo con sus impulsos.
3. La tendencia se presenta por al menos seis meses.
En el caso de los delitos sexuales, estos se dan cuando la relación es impropia, es decir, se hacen las actividades sexuales con niños o personas menores de edad que aún no han desarrollado sus capacidades cognitivas sexuales, o bien, cuando se hace sin el consentimiento expreso de las personas tanto mayores como menores de edad que ya tienen un conocimiento del comportamiento sexual.
En qué se basa la violencia de género, se basa en atacar, agredir, menospreciar, humillar a la mujer por el sólo hecho de ser mujer siendo por lo general un hombre que actúa como agresor, se tenga o no se tenga una relación de confianza, de autoridad o sentimental, es decir, una mujer puede ser agredida por cualquier persona conocida o desconocida sólo por sus atributos femeninos, o por haber nacido mujer o por vestir, actuar, hablar y comportarse como mujer, biológicamente hablando.
Estas agresiones con base en el género de la persona, crean una sensación de inseguridad en las personas que lo sufren pues llegan a creer que no merecen salir a caminar, a hacer deporte, a estudiar, a trabajar o a cualquier otra actividad cotidiana por el miedo que algo les pase o les digan.
Dentro de las parafilias sexuales se encuentran dos comportamientos, el voyeurismo y el exhibicionismo, el primero es cuando una persona observa a otras personas teniendo actos sexuales, sin que nadie se percate de su presencia, se excita ya sea al observar los actos sexuales en sí, como el hecho de ver desnudándose a la persona, o verla en acciones íntimas, la persona víctima no sabe que la están observando, por lo que no ha dado su consentimiento para ello, y el voyeurista se excita al saber que lo pueden o no descubrir, y aunque su fin es saciar su excitación sólo viendo y masturbándose en el momento o bien después mediante el recuerdo de lo observado, no desea tener una relación sexual con su víctima en ese momento. Esto no exime que más adelante, cuando sea incontrolable la parafilia, decida atacar presencialmente a la persona que está observando a escondidas.
El voyeurismo se diferencia del consumo de pornografía en que la persona que hace un acto sexual da su consentimiento para que la graben, es consciente que una o varias personas la verán en sus poses y actos sexuales, en cambio en el voyeurismo, la víctima no ha dado su consentimiento, ni es consciente que la están observando o inclusive grabando, con lo cual se violenta su intimidad en grado sumo y cuando la persona se da cuenta ya sea porque alguien le dice o bien porque siente es observada y busca y encuentra el lugar por donde la observan, esa persona comienza a sentir miedo que puede escalar a pánico, siente inseguridad de su intimidad, de su habitación, de su espacio personal, y no tiene tranquilidad, afectando la rutina diaria igual que en cualquier agresión o acoso callejero.
La segunda parafilia en mención es el exhibicionismo el cual como lo mencionan Farré y Lasheras (año) “es ampliamente reconocido en todo el mundo como un comportamiento anormal...una inclinación recurrente o persistente a exponer por sorpresa los propios genitales a extraños (generalmente del sexo opuesto) casi siempre acompañado de un deseo sexual y de masturbación. No hay intención de contacto sexual con la víctima y ni siquiera incitación”
Aunque según la definición anterior no hay intención e contacto sexual, pues el placer del agresor es exponer sus genitales y masturbarse delante de su o sus víctimas, la reacción de las mismas es de miedo, asco, inseguridad, ira, intranquilidad convirtiéndose en una agresión en razón de su género debido a que no hay un consentimiento de querer ver las partes íntimas de un hombre en ese preciso momento.
Echeburua y Corral (1993) en la introducción de su artículo denominado “Ofensas Sexuales: Concepto, Clasificación y Descripción” citan a Farré (1991) quien menciona que “desde la perspectiva psicológica de los sujetos que cometen ofensas sexuales la gravedad de las mismas está en función del grado en el que la persona requiere de la imagen o la fantasía parafílica para su excitación sexual, del grado con que ha dañado a otras personas, del grado de molestias subjetivas y, por último, del deterioro social o profesional que es resultado directo de la conducta relacionada con la ofensa sexual”
Por lo tanto, a pesar que son comportamientos en apariencia inofensivos, en mi opinión con el solo hecho de causar sentimiento de inseguridad y coartar la libertad íntima de las personas así como evitar o anular el consentimiento de las mismas, estos comportamientos son considerados agresión de género, sea de un hombre hacia una mujer o viceversa.
Referencias Bibliográficas:
Calvo Fajardo N. Las Parafilias. Sin año. Caja Costarricense del Seguro Social. Departamento de Trabajo Social.
Echeburua Odriozola, E. de Corral Gargallo Paz. 1993. Ofensas Sexuales: Concepto, Clasificación y Descripción. Eguzkilore. Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, San Sebastián, N°7.
Farré Martí, J.M., Lasheras Pérez, M.g., sin año. Transtornos de la inclinación sexual. Del estigma a la clínica: las parafilias, en Tratado de Psiquiatría, capítulo 30.
Sanchez Herrero, N., López Pérez R., Domínguez-Muñoz, A. 2018. Parafilias: una revisión comparativa desde el DSM-5 y la CIE-10. Behavior & Law Journal 4(1), 41-49
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